Das Spielzeuglied

Erich Kästner y Edmund Nick se conocieron en 1929, y enseguida se entabló entre ambos una intensa colaboración artística que duraría hasta 1933, año en que la presión de las autoridades nazis sobre el kabarett hizo que sus caminos se separaran. Nick dirigió entre 1933 y 1935 Die Katakombe, conocido por sus críticas hacia el nacionalsocialismo, críticas que le valieron el cierre del local y la deportación de sus miembros. En 1945, finalizada ya la Guerra, se volvieron a encontrar en Munich y fundaron uno de los cabarés más famosos de la posguerra, Die Schaubude. Allí volvieron a interpretar las viejas canciones del kabarett y compusieron otras muchas nuevas, como ésta, entre 1945 y 1948.

Letra: Erich Kästner / Música: Edmund Nick

DAS SPIELZEUGLIED

Wer seinem Kind ein Spielzeug schenkt,
weiß vorher, was passiert:
Das Spielzeug ist, bevor man's denkt,
zerlegt und ruiniert.
Der Knabe haut und boxt und schlägt
begeistert darauf ein.
Und wenn's auch sehr viel Mühe macht:
Am Ende, am Ende,
am Ende kriegt er's klein.

Wenn das erledigt wurde, dann
beginnt der zweite Teil:
Der Knabe starrt das Spielzeug an
und wünscht sich's wieder heil!
Jedoch, - was man zerbrochen hat,
bleibt läng're Zeit entzwei.

Da hilft kein Wunsch und kein Gebet.
Es hilft auch kein Geschrei.
Die Kleinen brüllen wie am Spieß
und strampeln wie noch nie.
Das Beste wär: Wir legten sie
mal gründlich, mal gründlich,
mal gründlich übers Knie.

Es ist nur so: wir lieben sie.
Ihr Schmerz ist unser Schmerz.
Wir legen sie nicht übers Knie.
Wir drücken sie ans Herz.

Wir summen "Hoppe Reiter",
auf daß ihr Leid verweht.
Ach, wär'n wir doch gescheiter!
Das geht nicht, das geht nicht,
das geht nicht mehr so weiter,
wenn das so weitergeht!

Es steckt ein Kind in jedem Mann.
Ein Spielzeug ist sein Ziel.
Nur, was dabei zustande kommt,
das ist kein Kinderspiel.
Das Glück der Welt ist zart wie Glas
und gar nicht sehr gesund.
Doch wenn die Welt aus Eisen wär,
die Männer, die Männer,
sie richten sie zugrund!

Wenn das erledigt wurde, dann
beginnt der zweite Teil:
Die Mannswelt starrt das Spielzeug an
und wünscht sich's wieder heil!
Jedoch, - was man zerbrochen hat,
bleibt läng're Zeit entzwei.

Da hilft kein Wunsch und kein Gebet.
Es hilft auch kein Geschrei.
Und keiner will's gewesen sein,
nicht du, nicht der, nicht die!
Das Beste wär: Wir legten sie
mal gründlich, mal gründlich,
mal gründlich übers Knie.

Es ist nur so: wir lieben sie.
Ihr Schmerz ist unser Schmerz.
Wir legen sie nicht übers Knie.
Wir drücken sie ans Herz.

Sie werden nicht gescheiter,
solang ein Rest noch steht...
Diesmal war's ein Gefreiter...
Das geht nicht, das geht nicht,
das geht nicht mehr so weiter,
wenn das so weitergeht!

CANCION DEL JUGUETE

Quien regala un juguete a su hijo
sabe ya de antemano lo que le espera:
antes de lo que se piensa, el juguete
está roto y destrozado.
El niño lo golpea, lo agita y sacude
con gran alborozo
hasta que ya no puede más
y al final
queda hecho añicos.

Cuando todo esto ha acabado
empieza la segunda parte:
el niño mira a su juguete
y desea verlo entero otra vez.
Pero una vez que se rompe
cuesta mucho arreglarlo.

De nada sirven los buenos deseos
ni tampoco las rabietas.
El muchacho berrea de lo lindo
y patalea como nunca.
Lo mejor en estos casos
es cogerle en brazos
o ponerle en nuestras rodillas.

Es así, les queremos
y su dolor es el nuestro.
no les ponemos en nuestras rodillas
sino que les apretamos contra nuestro pecho.

Les canturreamos una nana
para que olviden su pesar.
¡Ojalá no hubiésemos fallado!
Pero eso no funciona
no funciona
por mucho que lo intentemos.

En cada hombre se esconde un niño
su destino es un juguete.
Sin embargo, la tarea que tiene ante sí
no en un juego de niños.
La felicidad del mundo es frágil como el cristal
y no goza de muy buena salud.
Pero aunque el mundo fuera de hierro
los hombres, estos hombres
lo estrellarían contra el suelo.

Cuando todo esto ha acabado
empieza la segunda parte:
la humanidad contempla su juguete
y desea verlo entero otra vez.
Pero una vez que se rompe
cuesta mucho arreglarlo.

De nada sirven los buenos deseos
ni tampoco las rabietas.
Nadie se hace responsable,
ni tú, ni ese, ni aquel.
Lo mejor en estos casos
es cogerle en brazos
o ponerle en nuestras rodillas.

Es así, les queremos
y su dolor es el nuestro.
No les ponemos en nuestras rodillas
sino que les apretamos contra nuestro pecho.

No se rendirán mientras les queden fuerzas...
Esta vez fue un libertador...
Pero eso no funciona
no funciona
por mucho que lo intentemos.