"Soy y seré una cantante del pueblo. Esa es mi misión, y me la tomo muy en serio. Mire usted: cuando hoy me suba a un escenario y cante mis melodías, quizá mucha gente diga, especialmente ahora que estamos en guerra: "Qué bonitas canciones, pero la vida real es otra cosa". Pero lo que yo quiero es cantar sobre la vida, sobre el pueblo y para el pueblo, de estos tiempos y sus necesidades" (Breslauer Zeitung, 1943).
Nació el 21 de octubre de 1884 en Gelsenkirchen, pueblo minero de la cuenca del Ruhr. Bautizada con el nombre de Clara, hacía la número 11 en la lista de hijos de Wilhelm Wortmann, dueño de una pensión, y de Clementine Hiltrop.
Su padre había sido minero en Oberhausen, y con los ahorros que pudo reunir adquirió una pensión en Mühlenstraße. Al parecer, todo el mundo daba por sentado que el verdadero padre de Clara Wortmann, que así se llamó la niña, era Friedrich Ködding, hijo de unos vecinos de la familia, y a quien apodaban Fritz el rojo por el color de su pelo. Efectivamente, Clara era la única pelirroja de la familia. Ambas familias se reunieron para discutir qué hacer, y tras acaloradas discusiones se llegó a un acuerdo por el cual Clara fue inscrita como hija legítima de Wilhelm y Clementine, mientras que la familia Ködding aportaría fondos para su manutención y educación.
En 1890 se mudó toda la familia a Oberhausen, donde Wilhelm había alquilado un local más grande en el que ofrecía, además de alojamiento, un espectáculo de variedades, pues el local tenía una sala con capacidad para mil personas. Al cumplir los 6 años se planteó la cuestión de su educación. Se había pensado darle unos estudios mejores que los de sus hermanos, que para entonces eran ya 14. En Oberhausen asistió Clara al instituto, así como a clases de piano.
En 1896 Friedrich Ködding, padre putativo de Clara, se casó con Else Pothoff, un matrimonio por interés que cambiaría la vida de la artista. Su presencia debía de resultar incómoda a la nueva pareja, por lo que se buscó la manera de alejarla de Oberhausen. Aprovechando que el pasante del juez de Oberhausen acababa de casarse y planeaba mudarse a Hannover para asentarse allí como abogado, se arregló todo para que el matrimonio se hiciera cargo de la joven Clara, recibiendo una pensión para compensar los gastos. Allí acudiría al Instituto para señoritas y se prepararía para hacer la carrera de Medicina.
Con 12 años ingresó Clara en el Instituto de Helen Lange, una de las pioneras del movimiento feminista en Alemania, que en 1893 había fomentado la creación de diversos institutos en Berlín y otras ciudades de Alemania. En ellos se buscaba preparar a las mujeres para conseguir empleos que en muchas ocasiones estaban reservados a los hombres. Entre otras materias se estudiaba matemáticas, latín, griego, historia, alemán, francés, inglés y psicología.
En Hannover empezó Clara a frecuentar el Café Kröpcke, lugar de reunión de numerosos artistas, y comenzó a desarrollar su afición por el teatro, que debió de nacer contemplando los espectáculos que se ofrecían el el local de su padre en Oberhausen, espectáculos principalmente de variedades, con números musicales y circenses, y donde interpretó algún papelito secundario. Durante aquel tiempo, entre bromas y veras, escogió Clara el que sería su nombre artístico, Claire Waldoff, aunque no sabemos de dónde lo sacó.
Estando en Hannover con el matrimonio Schmitz le llegó la noticia de que sus padres, después de 45 años de matrimonio, se habían separado. Entonces abandonó Claire el Instituto y decidió dedicarse al teatro. Sus tutores, los Schmitz, pidieron consejo a sus padres en Oberhausen, pero la situación no estaba para que nadie decidiese nada y el empeño de Claire siguió adelante.
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En el papel de Rautendelein de
la obra Versunkene Glocke (1905)
Hizo una prueba para el Fürstlichen Sommertheater de Bad Pyrmont y consiguió su primer empleo, con un sueldo de 40 marcos mensuales. Pero al acabar la gira veraniega de la compañía Claire se quedó otra vez sin trabajo y tuvo que regresar a Hannover. Se pateó durante semanas las oficinas de los agentes pero sin resultado.
Mientras soñaba con poder ir a Berlín, meta de todo artista alemán de la época, estuvo ejerciendo oficios diversos con los que poder sobrevivir. Al comienzo del la temporada teatral en Hannover lo volvió a intentar. Por fín encontró una oportunidad en Kattowitz, en el Kattowitzer Interimstheater. El ritmo de trabajo era frenético. Cada dos días se estrenaba una nueva obra. Además, el vestuario se lo hacían los propios artistas. Aquí consiguió Claire las primeras críticas favorables, aparecidas en un periódico local, el Kattowitzer Zeitung.
A principios de 1906 se une Claire a una troupe de teatro que actuaba por los pueblos de alrededor. El trabajo era duro y los ingresos escasos. A veces había que suspender la función por falta de público. Ante la falta de perspectivas Claire decide dar el salto y probar suerte en Berlín.
La única persona que podía acogerle en la ciudad era una antigua amiga de los años de Hannover, Anni Vara, que trabajaba como actriz en el teatro Fígaro, y que le ayuda a conseguir sus primeros papeles. Al cabo de cuatro meses quiebra el teatro y Claire tiene que sobrevivir gracias a la ayuda de sus amigos artistas, organizados en una especie de comuna donde todos aportan su sueldo, que luego se reparte entre ellos.
Tras pasar brevemente por varios teatros, le llega la noticia de que el Roland von Berlin anda buscando nuevos talentos. Este cabaré, fundado en 1905 por Rudolph Nelson y Paul Schneider-Duncker, dos de los empresarios más activos de la época, orientaba sus espectáculos refinados a un público burgués y adinerado. Entre sus artistas se contaban nombres como Hermann Klink, Hermann Frey, Theodor Francke o la soubrette belga Chamroy. En otoño de 1907 los socios se separaron y Nelson fundó por su cuenta un nuevo cabaré, el Chat Noir. El Roland von Berlin se encontraba en esos momentos en sus horas bajas, y pretendía incorporar nuevos artistas que revitalizasen el negocio. Como nuevo director musical y compositor contrataron a Walter Kollo. Schneider-Duncker le hizo una prueba a Claire, y su simpatía y frescura le persuadieron para darle una oportunidad. Recitaría un monólogo literario de Paul Scheerbart e interpretaría algunas canciones populares. El contrato se hizo por ocho meses e incluía un sueldo de 700 marcos mensuales, cantidad realmente elevada para un principiante. A pesar de ello se sentía un tanto desplazada entre sus nuevos compañeros de trabajo, gente con más mundo y refinamiento, y por eso se preparó a fondo para afrontar el nuevo reto.
Tres días antes del estreno se presentó, como era costumbre, el censor para revisar la representación. Claire estaba tranquila, sin saber que estaba a punto de tener el primero de sus muchos tropiezos con la censura. Para empezar, el texto de Scheerbart fue prohibido por antimilitarista. Asimismo, una norma prohibía a las mujeres aparecer en un escenario con traje masculino después de las once de la noche, y esa era precisamente la indumentaria de Claire, que por cierto acabaría siendo una de sus señas de identidad.
Schneider-Duncker, sin saber qué hacer, pensó en despedir a Claire, pero está se aferró al contrato firmado y se negó a marcharse. Ante la negativa de Claire, decidió darle otra oportunidad y trajo unas partituras para que las ensayase a toda prisa. Walter Kollo se ofreció a ayudarla, y juntos ensayaron en su casa. Las canciones no eran gran cosa, y Kollo pensó que necesitaban al menos una que garantizase el éxito del debut. Preguntó a Hermann Frey si tenía algún texto original que valiese para la ocasión. De ahí surgió la canción Die Schmackenduzchen.
Por fín llegó el día del estreno. Era costumbre que el Roland von Berlin abriese la temporada teatral, por lo que aquella noche se encontraba allí la flor y nata de la sociedad berlinesa. Sobre el escenario iban a aparecer las estrellas del momento: el tenor Giampietro, la diva Fritzi Massary o la Bella Otero, famosa bailarina española.
Hasta el último momento no tuvo claro Schneider-Duncker la conveniencia de que actuase una desconocida como Claire, pero otra vez la decidida intervención de Kollo a su favor le obligó a afrontar ese riesgo. Claire actuaba en segundo lugar. Salió decidida, saludó al público y anunció el título de su primera canción, Wenn die Soldaten durch die Stadt marschieren (Cuando los soldados marchan por la ciudad), una antigua melodía que debió de agradar a los numerosos militares que se hallaban en la sala. El segundo tema, Man ist nun einmal jung (Sólo se es joven una vez), era un texto bastante flojo, pero Claire supo darle una gracia especial que gustó al público, que se quedó más con la gestualidad del intérprete que con la vulgaridad del texto.
Tras haberse metido al público en el bolsillo, anunció Claire su tercera canción: Mein geliebtes Schmackenduzchen. La interpretación fue un rotundo éxito. Tras cada estrofa ejecutaba Claire una breve danza levantando el vestido con la punta de los dedos y dando vueltas como un patito. El público aplaudía, entusiasmado y pedí otra. Claire Waldoff, haciendo gala de unas tablas impropias de un novato, salió al escenario y zanjó la cuestión con un dicho popular:
Aujust, reg dir bloß nicht uff!
so wat jibt es nich!
No te pongas nervioso, Augusto,
que ya no hay más
Y el respetable aplaudió entusiasmado.
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- Claire Waldoff, la nueva estrella de Berlín
El avispado director Schneider-Duncker, al ver la reacción del público, corrió a encargar nuevos carteles publicitarios para el espectáculo. En ellos se leía: Claire Waldoff, la estrella de Berlín. En efecto, de la noche a la mañana la joven Claire se había convertido en una celebridad. Su estilo fresco y desenfadado, basado en la mímica y en una mirada vivaz, en su presencia sobre el escenario, contrastaba vivamente con la exaltada gestualidad decimonónica de las soubrettes de opereta.
En la temporada siguiente, la del año 1908, Claire empezó a trabajar en el Chat Noir de Rudolf Nelson. Este empresario, compositor y pianista, muy bien relacionado en los círculos de poder, conseguía para sus locales privilegios que no se podían permitir otros. Así, Claire Waldoff pudo lucir sin problemas sobre el escenario sus trajes masculinos de Eton boy.
A partir de entonces su carrera no dejó de subir. Empezó a cantar en otros cabarés, como el Linden-Cabaret; conoció a grandes estrellas de la escena berlinesa y todo Berlín tarareaba sus canciones. Sus actuaciones consistían casi siempre en tres canciones, y raramente hacía bises, lo que le permitía actuar en varios locales durante una misma noche. Su popularidad fue en aumento y sobrepasó los límites de Berlín. Se afianzó como modelo de mujer segura de sí misma en una época en que el feminismo cobraba auge y las mujeres buscaban modelos en los que reflejarse fuera de las revistas de moda.
Asimismo su repertorio tampoco dejó de crecer. Ella misma se ocupaba de seleccionar cuidadosamente los textos y los compositores, y gracias a la difusión que le proporcionaban los discos, sus canciones llegaron a ser conocidas en toda Alemania.
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Como Bollemädchen en la
revista Woran wir denken
En 1912 actuó en Berlín la francesa Yvette Guilbert, por entonces la cantante más famosa del mundo. Claire debió de estudiar con atención su estilo durante sus apariciones en el Apollo, el Metropol o el Wintergarten. Sus actuaciones, esperadísimas, levantaban gran espectación, y su caché ascendía a 60.000 marcos al mes. Por una sola actuación podía cobrar hasta 8.000 marcos.
En 1913 presenta en el Linden-Cabaret uno de los mayores éxitos de su carrera: Hermann heeßt er. La carga erótica de la canción sobrepasaba lo que la censura estaba dispuesta a permitir, pero la inconfundible entonación de Claire al pronunciar la palabra stößt le permitía burlar al censor. Su éxito le valió el privilegio de ser llamada para actuar en el Wintergarten, auténtico templo del mundo artístico berlinés. Allí conoció a Charles Cochran, que en seguida se dió cuenta de las posibilidades de su arte y le invitó a actuar en Londres. Se tradujeron algunas de sus canciones al inglés y al cabo de unos meses se presentó en el teatro Empire, donde cosechó un gran triunfo entre los londinenses, que la apodaron la diablilla roja.
Al poco de su vuelta a Alemania le sorprende el estallido de la primera Guerra Mundial. Claire preparaba entonces la aparición en Berlín con la obra Woran wir denken, pero la situación no era nada propicia para el teatro. Con todos los recursos del país dedicados al esfuerzo bélico, la economía de los alemanes se empezó a resentir y el público dejó de acudir al teatro. Para paliar esta situación, los empresarios bajaron los precios de las entradas, y aun así muchos locales tuvieron que cerrar. Consecuencia directa de esto fue también la bajada de los sueldos de los artistas, que además veían cómo tenían que plegarse al ambiente de patriotismo exacerbado que había por todas partes. Nelson cambió el nombre de su local Chat Noir (en francés, el idioma de los enemigos) por un más aceptable Schwarzer Katter, aunque el gato, eso sí, seguía siendo negro. Una de las muestras de la popularidad de Claire Waldoff fue la aparición en el frente de gramófonos con discos que recogían los grandes éxitos de la cantante. Hacían más llevadera la vida en las interminables guerras de trincheras, y tras la derrota muchos de estos discos aparecieron esparcidos entre los cadáveres y los restos del ejército alemán.
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- Die drei alte Schachteln (1917)
En 1917, con 31 años, estrena Drei Alten Schachteln, obra que se repondría numerosas veces y que supuso su mayor éxito como actriz, interpretando a la cocinera Auguste. Allí canta Ach Jott, wat sind die Männer dumm (Dios mío, qué tontos son los hombres), con música de Kollo.
El 11 de noviembre de 1918 se firma el armisticio que pone fin a la guerra. Poco a poco el país recobra su pulso y la vida teatral se recupera lentamente. La gente quiere ahora divertirse y alejarse, siquiera sea por unas horas, de los tremendos problemas políticos, sociales y económicos que atraviesa el país. Empieza a tomar forma lo que se llamará después la época dorada del cabaré, los felices (o los locos) años veinte, construidos sobre una felicidad basada principalmente en cerrar los ojos ante la insostenible situación real.
Mientras aún representaba la obra anterior, enpieza Claire a ensayar otra nueva. Se titula Alwine y se estrena en septiembre de 1919 en el Schwarzer Katter de Nelson con la participación, entre otros, de Kurt Engel y Olly von Roeder.
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- Claire y Olly en Hamburgo, 1918
Esta última, de 32 años, era una mujer muy hermosa, morena, de tez blanca y bonita figura. Claire se enamoró perdidamente de ella. Hija de un funcionario musical de la corte de Würtemberg y de una actriz americana, Mary Barret, que se casó con el barón Hermann von Roeder. Cuando alcanzó la mayoría de edad decidió ser artista, lo que provocó un revuelo en su aristocrática familia, que no aceptaba tal posibilidad. Entonces decidió marcharse a Berlín, donde vivía su hermana mayor Gertrud, aunque no fue a vivir con ella, sino que para ganarse la vida, puesto que el arte no le daba para comer, alquiló una casa donde ejercía de dama de compañía de caballeros adinerados.
Claire decidió solucionar esa situación. Hizo que la acompañara en sus viajes, con lo que poco a apoco la fue involucrando más en el día a día de la artista. En 1918, en un viaje de trabajo a Hamburgo, se hicieron una foto de pareja en un estudio. A principios de 1920 se fueron a vivir juntas a un piso de la calle Regensburg. Olly se ocupaba de administrar el trabajo de Claire: contratos, intendencia.
Tras la guerra las cosas habían cambiado y Claire se esforzaba por adaptarse a los nuevos tiempos: sin censura y con una nueva generación de artistas que traían un estilo nuevo, más incisivo y comprometido. Por otro lado estaba el empuje del cine, nuevo medio de entretenimiento de masas. Además, la inflación se disparaba y el dinero perdía valor rápidamente. Un paquete de café alcanzaba los 80 marcos, y los billetes que había que llevar para las compras no cabían en un bolso. Claire tenía que trabajar en varios locales a la vez, en un ritmo frenético. Otro medio que se popularizó fue el disco y la radio. Comenzaban las emisiones masivas, pero no todo podía ser en directo, por lo que hacían falta discos, en los que Claire grabó unas 300 canciones a lo largo de su vida para distintos sellos. Su primera grabación comercial data de diciembre de 1908, para la Deutsche Grammophon, no mucho despues de su debut berlinés, lo que manifiesta la rápida popularidad que alcanzó. Hasta 1924 permanece con esta compañía. Entonces cambia al sello Homocord hasta 1926. Más tarde ese suceden los contratos con Electrola (1926-1927), Antifon (1928) y Lindstrom (a partir de 1928). Esta última distribuía sus grabaciones bajo las marcas Parlophon, Odeon y Gloria. A partir de 1933, con los nazis en el poder, se reduce notablemente el número de grabaciones realizadas. Tras la guerra apenas si grabó algo más, como por ejemplo el disco que se adjuntaba con su autobiografía.
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- Caricatura de Claire Waldoff
En 1923 se estabiliza algo el marco. El kabarett languidece y algunos críticos predicen su muerte. Claire decide hacer un viaje a París en busca de nuevas tendencias que importar a Berlín. Allí se montaban espectaculares revistas donde artistas como la Mistinguett aparecían resplandecientes, cubiertas de plumas y lentejuelas, y donde todo el mundo bailaba al son de los nuevos ritmos importados de América: jazz, foxtrott, charlestón, black-bottom.
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Los protagonistas de Von Mund zu Mund. De izda a dcha:
Hans Wassmann, Curt Bois, Claire Waldoff, Wilhelm Bendow, Erika Gläßner
En 1924, con 40 años, se estrena An alle, una de las mejores revistas de Charell. Allí participó lo mejor de la escena berlinesa, y en ella canta Waldoff una de sus más conocidas canciones: Warum soll er nicht mit ihr. En ese mismo año participa en otra revista de Charell, Von Mund zu Mund. La revista, cuyo subtítulo reza Los tiempos son muy tristes, construye tu propio paraíso, es una obra creada sobre el absurdo, donde unos personajes aspiran a ser lo que no son. Estaba protagonizada por Hans Wassmann, Curt Bois, Claire Waldoff, Wilhelm Bendow y Erika Gläßner. Esta última se puso enferma a última hora y fue sustituida por una jovencísima Marlene Dietrich.
La música de Friedrich Hollaender fue el empujón definitivo para que la revista fuera un éxito. De las tres canciones que interpretaba Waldoff, una de ellas estaba destinada a convertirse en el éxito de la temporada. En el escenario vemos el senado de Roma. Entonces entra la Waldoff montada en una cuadriga y canta Raus mit den Männer aus dem Reichtag! (¡Todos los hombres fuera del Parlamento!). Hollaender estaba encantado con la interpretación de Claire, por su forma de arrastrar las erres y la vitalidad que desplegaba en este texto cuya intención feminista encarnaba muy bien Claire.
En esta revista se conocieron Claire Waldoff y Marlene Dietrich. Se ha hablado mucho sobre la amistad entre estas dos mujeres, aunque por desgracia en muchas ocasiones se limitan a repetir tópicos absolutamnete infundados. Marlene tenía entonces 24 años y era una joven de una belleza deslumbrante que intentaba abrirse camino como actriz. Casada con el productor Rudolf Sieber, tenía una hija, María, de poco más de un año.
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Claire Waldoff agotaba
las entradas allí donde
se presentaba
El carácter cordial de Claire hizo que enseguida se mostrara dispuesta a ayudarla, y entre ambas surgió una buena amistad. No sólo la ayudó en este espectáculo, sino también más tarde en Es liegt in der Luft. Las malas lenguas, sin embargo, hablaban de algo más que una amistad. Claire Waldoff ya estaba acostumbrada a los cotilleos del mundo del espectáculo, pero para Marlene era algo nuevo con lo que no había tenido que enfrentarse nunca. Los rumores llegaron a tal punto que la propia Claire tuvo que concertar una reunión con la familia de Marlene para tranquilizarles al respecto. Lo que pudo contribuir a alimentar la leyenda de una supuesta relación entre Marlene y Claire fue el hecho de que Claire guardase en casa unas zapatillas para uso de Marlene cuando iba a su casa. Parece ser que usaba esta pequeña trampa para dar celos a su pareja Olly.
En octubre de 1929 quiebra la bolsa de Nueva York, y arrastra en su caída a las europeas. La frágil estabilidad de la economía alemana se viene abajo. Los teatros se ven obligados a bajar drásticamente el precio de las entradas. Aunque tampoco hay dinero para los salarios de los artistas, para Claire son años de intenso trabajo, pues sus canciones, alegres y vitalistas, son una escapatoria para los alemanes, que viven momentos muy difíciles. En este ambiente enrarecido el movimiento nacionalsocialista saca partido de los temores y ansiedad de los alemanes.
Claus Clauberg pasa a ser su pianista y compositor a partir de 1930. Claire pasea sus canciones por teatros de toda Alemania como la estrella del momento: Korso, Femina Palast, Volkswohl-Trianonsaal, Scala. De su gran éxito en este último escribe Friedrich Hollaender unas palabras muy reveladoras sobre el arte de Claire Waldoff:
"Recibió una ovación impresionante. Es increíble cómo esta mujercita, ahí sola sobre el escenario de la Scala, sin moverse, simplemente interpreta sus canciones y consigue así un enorme aplauso. No corre, no hace ningún movimiento, simplemente está ahí. Impresiona por su fuerte personalidad. En el momento en que sube al escenario se hace el silencio absoluto. Domina la situación por completo."
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Luciendo orgullosa la insignia
del Club del Automóvil
A finales del año 1932 los nazis llegan al poder. Claire participa por aquellas fechas en un concierto benéfico para los niños pobres. Hay entonces 6 millones de parados en toda Alemania. Pero a las nuevas autoridades no les gusta la forma en que Claire se implica en estas actividades. Otros frentes se abren en contra de su modo de vida. Desde 1931 se han endurecido las leyes contra los homosexuales, los judíos y los comunistas. Las estaciones de tren se llenaban de gente que huía del nuevo orden que se avecinaba. Entre ellos gran número de artistas y gente del mundo del espectáculo.
En mayo de 1933 Claire viaja a Londres con Olly para una nueva gira. Allí meditaron sobre la posibilidad de exiliarse. Pero por un lado lo único que sabía hacer era cantar, y lo hacía en alemán; por otro lado, ella se consideraba una artista del pueblo, sin el cual toda su carrera artística no tenía mucho sentido. De vuelta a Berlín, los cambios en el mundo de la cultura se sucedían con rapidez. El ministro para la propaganda, Josef Goebbels, funda la Reichkulturkammer (Cámara de Cultura del Reich), dividido a su vez en varios departamentos correspondientes a las distintas profesiones artísticas: música, teatro, etc. La pertenencia a alguna de estas cámaras era condición obligatoria para poder ejercer la profesión, y a través de ellas se ejercía un férreo control sobre los artistas. Los nombres extranjeros, por ejemplo, estaban prohibidos. Asimismo, los inscritos debían hacerlo como arios o no-arios. Estos últimos solo podían trabajar si hacían una declaración explícita de lealtad al régimen. Claire Waldoff pudo demostrar su ascendencia aria hasta su bisabuelo.
Todo el mundo teatral se vió sacudido con estas medidas. Los contratos de la Waldoff se redujeron un tercio, a pesar de lo cual continuó haciendo giras. Un problema añadido para Claire, cuyas relaciones con el régimen no eran muy buenas, surgió cuando la gente empezó a parafrasear una de sus canciones para mofarse de Hermann Göring, uno de los jerarcas nazis. El texto decía:
Rech lametta, links lametta
und der Bauch wird immer fetta
und in Preußen ist er Meester
Hermann heesst er!
(Medallas a la derecha, medallas a la izquierda
y la barriga cada vez más repleta
y es un líder entre los alemanes
¡se llama Hermann!)
La propia Claire decidió enviar una carta a Göring si tenía algo en contra de su canción, a lo que el político respondió que podía seguir cantándola sin problema.
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- El teatro La Scala, en 1935
En el año 1934 todo el ámbito teatral y musical de Alemania está bajo control absoluto del aparato político nazi. Hasta los directores de los teatros los designan las autoridades. Pese a las reticencias de los nazis, Claire sige actuando gracias a su enorme popularidad. Sin embargo se vió obligada a cambiar de pianista, pues Claus Clauberg sufrió el veto de las autoridades para tocar por el sesgo antinazi de sus composiciones. Su nuevo acompañante era Heinz Goebel. En estas difíciles circunstancias celebra Claire su 50 cumpleaños. Y la situación no mejoraba: uno a uno van cerrando todos los cabarés que habían dado fama a Berlín: Die Katakombe, Tingel-Tangel, Künstlerspiele...
Además, se endurecieron las leyes contra la homosexualidad, que ahora también afectaban a las mujeres. Tratando de escapar del ambiente enrarecido que se vivía en Berlín, Claire y Olly procuraban pasar más tiempo fuera. Durante unas vacaciones en Baviera se produjo un incidente más en el pulso sordo que mantenían la artista y el régimen: el diario Reichenhaller Zeitung publicó la noticia de que Claire Waldoff había muerto ahorcada en su celda tras ser detenida por ridiculizar al régimen nazi. Rápidamente se puso en contacto con su representante en Berlín para que desmintiera la noticia en la prensa. Aunque no quedó claro de dónde procedía la noticia, la prensa alemana lo atribuyó a la propaganda anti-nazi.
Las relaciones con el régimen se fueron deteriorando cada vez más. Un desplante a Goebbels durante una actuación en la Scala la volvió a poner en el punto de mira de los nazis. En ese mismo año de 1935 se endureció extraordinariamente le legislación contra las lesbianas: grupos organizados se encargaban de limpiar la sociedad de este tipo de personas. Entretanto Claire seguía actuando por toda Alemania, procurando evitar Berlín. Cantaba sus viejos éxitos y reponía comedias de años atrás, pues no estaban los tiempos para cosas modernas: ritmos considerados extranjeros como el swing y el jazz fueron prohibidos.
Ante las crecientes amenazas, Claire y Olly deciden comprar una modesta casa en Baviera, que no llame mucho la atención. El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia: comienza la segunda Guerra Mundial. En un principio la actividad teatral no se para por completo. Claire sigue actuando con obras antiguas, como Die drei alten Schachten. En 1941 aparece en el Wintergarten, aunque su famoso techo estrellado permanece apagado por temor a los bombardeos aliados. Todavía en 1943 actúa Claire en algunas provincias. Los bombardeos destruyen muchos teatros y la gente apenas acude a los que sobreviven. Claire permanece en Bayerisch-Gmain con Olly. Organiza algún concierto benéfico para los soldados heridos. En noviembre de 1943 una bomba destruye por completo su casa de Berlín: todos los libros y enseres que tenía allí se pierden para siempre. El 1 de septiembre de 1944 Goebbels ordena el cierre de todos los teatros y cabarés. Las condiciones de vida de la población civil empeoran día a día. En enero de 1945 Claire y Olly hacen testamento una en favor de la otra. El 7 de mayo de ese mismo año Alemania firma la rendición incondicional.
Acabada la guerra, con 60 años cumplidos, empieza Claire a reconstruir su vida y su carrera. Pero las cosas no son fáciles. Alemania es dividida por los vencedores en cuatro zonas. Sin un permiso escrito de las nuevas autoridades no se puede abandonar el lugar de residencia. Las circunstancias han situado a Claire muy lejos de su querido Berlín. Poco a poco se van reabriendo los teatros y locales de entretenimiento. Pero ahora los artistas deben demostrar que no han apoyado al régimen nazi para poder actuar. Su reaparición tras la guerra se produce en el Bunte Würfel de Munich.
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- La cantante en Bayerisch-Gmain en 1946
El invierno de 1946 fue especialmente duro. Los alimentos y el carbón estaban racionados y la falta de ingresos de Claire y Olly hacía más difícil su situación. Su quehacer cotidiano se reducía a escribir interminables cartas a sus antiguos amigos intentando organizar nuevos conciertos. En el verano siguiente se restauró el derecho a viajar de la población. Claire aprovechó para viajar a Hamburgo y actuar en el Kabarett der Komiker. Algunos de estos conciertos tenían un evidente aire nostálgico, cosa que disgustaba a Claire, que se sentía llena de vida y con ganas de trabajar. Pero era evidente que ya no estaban allí los compositores que habían creado tantos éxitos para ella. El público se decantaba ahora por las estrellas creadas por la potente industria norteamericana. Con el cine y la incipiente televisión como medios de difusión del arte a las masas.
En 1947, durante una gira por toda Alemania, Claire sufre un ataque al corazón, que le obliga a estar varias semanas ingresada en un hospital. Para sufragar los gastos tuvieron que vender los objetos de valor que aun tenían en casa. En junio de 1948 se produce una reforma monetaria. Diez marcos del imperio equivalen ahora a un marco alemán. Pero el dinero lo tiene en una cuenta de Berlín a la que ni siquiera puede acceder. Así las cosas, sobreviven gracias a la ayuda de varios amigos.
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Claire Waldoff y su compañera Olly
en los últimos años de su vida
En mayo de 1949 finaliza el bloqueo de Berlín, aunque Claire sigue sin poder actuar, y tiene que hipotecar su casa. En 1950 logra por fín arreglar su vuelta a Berlín: firma cinco conciertos en el Primuspalast, el Titaniumpalast, el Admirals-Cabaret y el Corso-Theater. A su llegada, le sobrecoge el aspecto desolador de la capital: el Tiergarten, los edificios, las carreteras... todo destrozado.
A principios de 1951 empeora su estado de salud. En Berlín se organizan actos para recudar fondos para ella, y el Senado le otorga una pensión vitalicia de 150 marcos. En los meses siguientes escribe una autobiografía, publicada con el título de Weeste noch... En 1953 sufre un nuevo ataque, que le obliga a ingresar nuevamente en el hospital.
En los años siguientes recibe el reconocimiento de sus colegas y de la prensa de ambas Alemanias, especialmente por su 70 cumpleaños. En la nochevieja de 1956 sufre un nuevo ataque al corazón. Después de varias semanas en el hospital, fallece el 22 de enero de 1957.